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Ahora hay trajes de fresitas, buchonas y alucine, pero hace un tiempo, muchos mexicanos y mexicano-americanos pasaron por una fase emo. La escena de la moda mexicana ha experimentado numerosos cambios a lo largo de toda la historia, y unos de los más curiosos tuvo lugar durante la década del 2000, cuando se produjo un crecimiento de los emos mexicanos. Ahora, solo es un recuerdo. Pero con el aumento de artistas emo latinas como Girl Ultra y Bruces, ¿volvería a ponerse de moda?
La estética comenzó con la música, que se remonta a la década de 1980 con bandas punk estadounidenses que priorizan la emoción pura sobre la postura política, como en Rites of Spring y Embrace. Luego, debido a la explosión de la tecnología de grabación doméstica, los músicos de los 90 pudieron crear nuevos sonidos que ayudaron al desarrollo del género musical alternativo. Era contemporáneo de una escena emo más independiente, comúnmente definida por las letras emotivas con ritmos dinámicos combinados con una fuerte expresión de guitarra.
A pesar que la música alternativa era más comercial, la música emo resultó ser más intensa emocionalmente y demasiado cruda para la radio comercial. Bandas emo-punk del Medio Oeste como Cap’n Jazz y grupos con influencias grunge del Noroeste del pacífico como Sunny Day Real Estate dieron origen a bandas emo mucho más populares a lo largo del siglo XX, como My Chemical Romance, Fall Out Boy y Paramore.
La mayoría de las personas que escuchaban música emo en su época eran adolescentes o adultos jóvenes. Los jóvenes se identificaban con el contenido lírico desgarrador y lleno de rabia, algo que en gran medida se desvaneció una vez que los millennials crecieron en la década de 2010. Sin embargo, la Generación Z ha redescubierto el género, lo que ha llevado a un resurgimiento del interés tanto en los artistas clásicos mencionados anteriormente como a una escena de revival emo llena de bandas más jóvenes como The Hotelier y Algernon Cadwallader durante la última década. Por muy extendido que esté el género y su estética asociada caracterizada por ropa negra y pelo de punta, el ciclo de la generación mayor que no comprende la rebelde natural de la más joven continúa, incluso si se han vuelto más tolerantes.
“Mis padres tienen la mente abierta y me dejan expresarme como me siento cómoda”, dijo Allison Reyes Luna (12). “También me llamarían emo y [dirían] que es solo una fase.”
A finales de la década de 2000, el estilo emo se popularizó internacionalmente, y los adolescentes mexicanos comenzaron a seguir la tendencia y a vestirse acorde a ella. Algunos artistas mexicanos que interpretaban música emo fueron Pxnda, Motel y Insite. El mundo al sur de la frontera nunca había escuchado este género musical, ya que los estilos nacidos en Estados Unidos generalmente no le llegaban ni a los talones de los grupos tradicionales de pop y baile latino, por lo que algunos pensaban que este estilo de música y moda era un tanto extraño. Sin embargo, este género se consideraba “algo fuera de lo común”, y nadie podía hacer nada al respecto, les pareciera genial o no. Se había extendido rápidamente.
“Creo que las fases emo son algo inusuales y geniales a la vez”, dijo Jaqueline Rodriguez, residente de Columbia Heights. “Nunca conocí a nadie que estuviera metido en eso, lo cual probablemente explica por qué me resulta extraño. Sin embargo, algunas de las personas que están en esa fase emo son de las más tranquilas.”
Debido a que la moda mexicana era más conservadora en comparación con la moda estadounidense en este momento, el hecho de que los emos comenzaron a usar pantalones vaqueros negros ajustados con maquillaje provocó críticas, especialmente por parte de los punk rockers, quienes consideraban el estilo emo demasiado femenino o quejumbroso, lo que dio lugar a las “Guerras Emo Mexicanas” en la Ciudad de México a finales de la década de 2000. La ciudad más afectada por estas manifestaciones fue Querétaro, en la región centro-norte del país, donde decenas de personas resultaron heridas. En estas protestas, que contaron con numerosos defensores y detractores del género y estilo, se coreaba con frecuencia la frase “Respeto para los emos”. Muchos de los ataques se organizaron a través de las primeras plataformas de redes sociales como MySpace, transformando el odio en línea en violencia real.
En México, tanto los estilos modernos como los tradicionales están de moda, mientras que los estilos contraculturales como el emo prácticamente han desaparecido. Algunas bandas de rock mexicana todavía son populares, como Maná, pero la música emo ya no es tan comercial como antes, especialmente en comparación con la década del 2000. Parece que todos los mexicanos que pasaron por una fase emo en aquella época o si no, conocían a alguien que lo tuvo. Hoy en día, Estados Unidos ya no inspira tanto a México con su moda ni su música. Ahora, comercialmente hablando, es casi al revés, con artistas como el rapero latino Peso Pluma y el cantautor sierreño Junior H, que han triunfado y dominan las listas de éxitos pop estadounidenses.
Sin embargo, aunque el emo mexicano estaba mucho más vivo y activo hace dos décadas, hoy no es solo un recuerdo. ¿Quién sabe? Quizás un renacimiento del emo mexicano esté a la vuelta de la esquina, similar a cómo ha resurgido aquí mismo en Estados Unidos.
